Conoce los dos factores de riesgo principales para la rotura de Ligamento Cruzado Anterior: Extrínsecos y Intrínsecos
Generalmente cuando hablamos sobre factores de riesgo asociados a la lesión de LCA, estos se dividen en: intrínsecos (predisposición del deportista) y extrínsecos (exposición a factores de riesgo) (1) (2). Veamos a fondo cada uno de ellos.
Factores EXTRÍNSECOS que contribuyen a la rotura del ligamento cruzado anterior
Motricidad específica del deporte
Es uno de los factores más determinantes, ya que los gestos que hay que realizar implican la exacerbación de determinando mecanismo lesional, incluyendo las formas de producción de lesiones más comunes: traumatismo, sobreuso de estructuras, velocidad, etc (2). Estos podrían verse amplificado en deportes de equipo, donde existe un gran componente de caos e incertidumbre.
Cargas de Entrenamiento y/o competición
Se asocia con un número mayor de lesiones la alta densidad competitiva (sucesión de partidos cada 2-3 días), así como la exposición a una carga que el jugador no puede tolerar (2).
Condiciones Ambientales
El clima soleado/caluroso puede desencadenar que los campos se encuentren duros y secos, lo que a su vez puede aumentar el riesgo de lesión, ya que en otros estudios se ha visto como la mayoría de las lesiones ocurrieron sin lluvia (3).
Materiales y Equipamiento
Otro de los factores que ha suscitado investigación ha sido el de los terrenos de juego, es decir, intentar determinar si había mayor o menor riesgo de sufrir una lesión de LCA si se trataba de campo de césped natura o artificial. Los estudios tienden apoyar el hallazgo de que existe mayor riesgo de lesión en césped artificial, pero no existen resultados concluyentes que puedan afirmar con severidad esta afirmación, por lo que son necesarios más estudios para aclarar el efecto que puede tener jugar en un césped u otro (4).
Factores INTRÍNSECOS que predisponen a la rotura de LCA
Dentro de esta categorización, permítanme llevar a cabo una sub clasificación que nos permita abordar este apartado de una forma mucho más completa. Para ello hablaremos sobre factores intrínsecos MODIFICABLES y intrínsecos NO MODIFICABLES.
Modificables
Los factores modificables son aquellos en los cuales tenemos margen de actuación, y, por ende, de mejora. Aquellos que más contribuyen a la rotura de LCA por mecanismo sin contacto directo son (1):
- Déficits en control neuromuscular de la extremidad inferior, desequilibrios en el plano frontal (valgo dinámico de rodilla).
- Dominancia del cuádriceps sobre los isquiotibiales.
- Asimetrías entre extremidades en relación a la fuerza, la coordinación y la propiocepción.
- Disfunción en el CORE.
- Fatiga neuromuscular.
- Fallos en mecanismos Feedforward.
Afortunadamente, se ha visto en la literatura científica como se puede llevar a cabo la modificación de estos factores a través del entrenamiento neuromuscular.
No Modificables
Estos factores son aquellos donde el margen de actuación a través del entrenamiento se ve reducido casi a la total nulidad.
Factores Anatómicos
Un Ángulo Q aumentado, es decir el ángulo formado por las líneas de fuerza resultantes del cuádriceps y el tendón rotuliano ha sido sugerido por varios autores como factor de riesgo anatómico (5). Además, otro de los factores anatómicos importantes es la sobre- pronación del tobillo, el cual puede estar asociado a la lesión del LCA, debido a que la sobre- pronación aumenta el deslizamiento anterior de la tibia sobre el fémur, aumentando la tensión sobre el ligamento (6).
Género
Mujeres deportistas presentan mayor posibilidad de sufrir una lesión de LCA en comparativa con los hombres. En un deporte como el fútbol, el riesgo de lesión es de 2.6 veces mayor en mujeres que en hombres siendo ambos del mismo nivel competitivo (7).
La traslación tibial anterior, la rotación tibial interna y la rotación tibial en valgo son tres situaciones biomecánicas que aumentan la fuerza que recibe el ligamento (5), las mujeres presentan una meseta tibial lateral más inclinada que los hombres, por lo que las mujeres deberían estar más expuestas a mayor movimiento de la tibia y por lo tanto mayor carga compresiva sobre el tendón (8).
En otros estudios encuentra una clara tendencia en la literatura científica sobre lesiones en LCA y la relación que existe durante la fase preovulatoria, que junto con las fluctuaciones hormonales aumenta el riesgo de lesión para las mujeres (5).
Lesión Previa
Uno de los factores más determinantes para sufrir una lesión de ligamento cruzado anterior es haber sufrido antes esta misma lesión. Haber sido operado del ligamento cruzado anterior es un factor de riesgo para una nueva lesión en la pierna contralateral, además estos sujetos son más susceptibles de sufrir otras lesiones en la articulación de la rodilla por uso excesivo (5).
En las revisiones sistemáticas analizadas (9) (10) identifican como el riesgo de rotura del injerto de LCA es de entre 1,8 y 10,4%, así como el riesgo de rotura de LCA en la rodilla contralateral es de entre 8,2 y 16%.
Una de las cuestiones que más producto de investigación ha ocasionado es conocer si la lesión de ligamento cruzado anterior en la pierna ipsilateral ha sido producida por un fallo del injerto, o si por el contrario ha sido por una nueva lesión de LCA. En uno de los estudios analizados observan como la tasa de lesión de LCA contralateral es más alta que la ruptura del injerto de la pierna ipsilateral, por lo que sugieren que se podría tratar de una nueva lesión de LCA en lugar de fracaso del injerto (11).
Bibliografía
(1) Fort-Vanmeerhaeghe, A., Arboix-Alió, J., & Montalvo, A. M. (2021). Return-to-sport following anterior cruciate ligament reconstruction in team sport athletes. Part I: From initial injury to return-to-competition. Apunts Sports Medicine, 56(212), 100362.
(2) Casáis Martínez, L. (2008). Revisión de las estrategias para la prevención de lesiones en el deporte desde la actividad física. Apunts Sports Medicine, 43(157), 30-40.
(3) Grassi, A., Macchiarola, L., Filippini, M., Lucidi, G. A., Della Villa, F., & Zaffagnini, S. (2020). Epidemiology of anterior cruciate ligament injury in Italian first division soccer players. Sports Health, 12(3), 279-288.
(4) Balazs, G. C., Pavey, G. J., Brelin, A. M., Pickett, A., Keblish, D. J., & Rue, J. P. H. (2015). Risk of anterior cruciate ligament injury in athletes on synthetic playing surfaces: a systematic review. The American journal of sports medicine, 43(7), 1798-1804.
(5) Bisciotti, G. N., Chamari, K., Cena, E., Bisciotti, A., Corsini, A., & Volpi, P. (2019). Anterior cruciate ligament injury risk factors in football. The Journal of Sports Medicine and Physical Fitness, 59(10), 1724-1738.
(6) Trimble, M. H., Bishop, M. D., Buckley, B. D., Fields, L. C., & Rozea, G. D. (2002). The relationship between clinical measurements of lower extremity posture and tibial translation. Clinical biomechanics, 17(4), 286-290.
(7) Smith, H. C., Vacek, P., Johnson, R. J., Slauterbeck, J. R., Hashemi, J., Shultz, S., & Beynnon, B. D. (2012). Risk factors for anterior cruciate ligament injury: a review of the literature—part 1: neuromuscular and anatomic risk. Sports health, 4(1), 69-78.
(8) Hashemi J, Chandrashekar N, Gill B, Beynnon BD, Slauterbeck JR, Schutt RC Jr,Mansouri H, Dabezies E. The geometry of the tibial plateau and its influence on the biomechanics of the tibiofemoral joint. J Bone Joint Surg Am. 2008 Dec;90(12):2724-34.
(9) Magnussen, R. A., Meschbach, N. T., Kaeding, C. C., Wright, R. W., & Spindler, K. P. (2015). ACL graft and contralateral ACL tear risk within ten years following reconstruction: a systematic review. JBJS reviews, 3(1).
(10) Wright, R. W., Magnussen, R. A., Dunn, W. R., & Spindler, K. P. (2011). Ipsilateral graft and contralateral ACL rupture at five years or more following ACL reconstruction: a systematic review. The Journal of Bone and Joint Surgery. American volume., 93(12), 1159.
(11) Gupta, R., Malhotra, A., Sood, M., & Masih, G. D. (2019). Is anterior cruciate ligament graft rupture (after successful anterior cruciate ligament reconstruction and return to sports) actually a graft failure or a re-injury?. Journal of Orthopaedic Surgery, 27(1), 2309499019829625